Cuando llega el invierno y las bajas temperaturas, todos pensamos en soluciones para combatir el frío. La fórmula mágica para ganar confort térmico en la vivienda pasa por instalar sistemas de calefacción y climatización eficientes, que aporten calidez para ganar en comodidad, pero que no supongan un excesivo consumo eléctrico. Junto a esta práctica, la otra solución pasa por aislar bien la vivienda. Te ofrecemos las respuestas, a modo de acciones a realizar, que responden a la pregunta de cómo aislar tu casa del frío.
Aislamiento de cubiertas, una solución estructural
La impermeabilización y aislamiento de cubiertas es una de esas propuestas que obliga a hacer reformas en casa, pero que acaba ofreciendo un resultado más que satisfactorio, pues en algunos casos puede suponer un ahorro energético de hasta el 35 %.
Considerando los precios actuales de la electricidad, y los que están por venir, interesarse por esta medida es una solución muy a tener en cuenta. Con ella se reduce la aparición de goteras y filtraciones, así como la posibilidad de que se escape el calor producido en casa.
Los procesos de aislamiento e impermeabilización afectan al techo, pero también a las paredes, los muros e incluso el suelo. Los materiales más adecuados para estos procesos son el poliestireno extruido, la lana mineral, las láminas de PVC, la tela asfáltica, la roca de vidrio o el geotextil.
El aislamiento es también posible en la fachada del edificio, pues al final, esta zona forma parte de la cubierta. Los Sistemas de Aislamiento Térmico por el Exterior (SATE), que están compuestos por mortero y poliestireno extruido, son una fórmula muy eficaz, junto con el uso de fachadas ventiladas.
Cómo aislar tu casa del frío sin necesidad de hacer obras
Una segunda opción para mantener el confort térmico en casa es proteger las ventanas. Este elemento es responsable de hasta el 40 % del calor que se pierde en invierno. Si las ventanas están fabricadas a partir de materiales conductores, que son poco eficientes en el aislamiento térmico, el resultado va a ser una pérdida importante de temperatura, un trasvase de esta desde el interior al exterior, y viceversa.
El aislamiento de cubiertas, como comentamos anteriormente, soluciona en parte ese problema, como lo hace igualmente instalar un doble acristalamiento en las ventanas. Junto con esto, está la fórmula más económica y que no implica grandes reformas: colocar cortinas y persianas.
Las cortinas gruesas evitan que el calor del interior se escape por las ventanas. Además, hace lo propio con el frío desde el exterior, actuando como barrera. Otro aspecto positivo es que son igualmente eficientes como aislante acústico.
Si las cortinas son el elemento que separa las ventanas del espacio interior, las persianas ocupan esa misma función, pero entre el exterior y las inclemencias meteorológicas y las ventanas. Son, por tanto, una potente barrera frente al viento y la lluvia impidiendo que choquen directamente con el vidrio.
Las soluciones estructurales, que implican hacer reformas en casa, son óptimas para aislar del calor y el frío, pero con las más económicas, las domésticas (que no suponen tanto coste), no son válidas las mismas propuestas. Por ejemplo, en verano se agradecen más las cortinas finas, con tejidos más suaves.
¿Cómo hacer un buen uso de los sistemas de calefacción en casa?
La pregunta a la que buscamos respuesta es cómo aislar tu casa del frío, y las opciones básicas pasan por introducir materiales que no sean conductores en la estructura de la vivienda, así como reforzar el confort interior con la protección de las ventanas y superficies de fuga de temperatura.
Estas propuestas están pensadas para sacar el máximo partido posible a los sistemas de calefacción y climatización. Estos han de comportarse de manera funcional y óptima. Para ello, evita colocar ropa o mueble delante de los radiadores, ya que estarás impidiendo que el calor se distribuya de manera homogénea.
Puedes también utilizar alfombras en el suelo, para mantener una temperatura agradable, instalar moquetas o tarimas flotantes. Y no olvides hacer un uso eficiente de la calefacción. No basta únicamente con aislar la vivienda, sino que hay que conseguir un clima que sea confortable y que se asemeje al de los espacios exteriores.
En invierno se recomienda no superar temperaturas interiores por encima de los 21 °C. En verano, en cambio, la temperatura óptima oscila entre los 24 y los 26 grados. La idea es evitar que el impacto entre espacios interiores y exteriores no sea muy alto para que no afecte a la salud en modo de constipados.
Aislar la vivienda del frío, insuficiente si no te aíslas tú mismo
La finalidad que buscamos no es solo proteger la vivienda y mantener el confort térmico, sino hacer lo propio con un mayor grado de ahorro en el consumo. La pauta para conseguir esto pasa por abrigarse (o usar ropa fresca en caso de que sea verano).
Unas zapatillas de invierno complementan el uso de alfombras, así como unos guantes sin dedos, o una ropa de cama cálida. El ahorro en calefacción puede ser muy interesante si hacemos un buen uso de la temperatura interna en la vivienda.
Hasta aquí los patrones que dan respuesta a cómo aislar tu casa del frío. Los espacios interiores que son agradables desde el punto de vista térmico acaban siendo más productivos y saludables, luego no es un tema baladí alcanzar este objetivo.